15 de enero de 2017

El género musical Salsa

Desde que llegue a Europa (hace unos cuantos/bastantes años) he intentado siempre explicarle a las personas de este continente lo que es la Salsa y lo que significa para mí. No es fácil para un adolescente que cuando nació y por esos años su padre tocaba en una Orquesta de salsa en Venezuela y que sus primeros recuerdos se mezclan con el radio en la playa al ritmo de la dimensión latina (nunca se me saldrá de la cabeza el coro de la canción Divina Niña) o de ver a mi padre llegar a casa con el nuevo disco de Oscar De LeónRuben Blades o Willy ColonHector Lavoe y un muy largo etc de buenos salseros que se oían por aquellos años, decía yo que no es fácil después de vivir en esa realidad llegar a un país de Europa como Portugal donde enciendes la radio y te encuentras con que las emisoras de radio transmiten un 97% de la música en ingles de la cual el 85% es pop ingles cuando lo único para lo que mis oídos estarían preparados para escuchar en ingles seria Rock, pero del bueno no cosas como Oasis o así…
No es fácil llegar a Europa y no escuchar en cada rincón, en cada carro que pasa por la calle, en cada autobús al que te subías, en cada ventana abierta de un edificio o en cualquier comercio un compas de salsa como sucedía en Venezuela, y encontrarte con poner la radio y escuchar siempre el mismo ritmo sin ningún tipo de sabor, no es fácil, pero aun así la salsa no pudo dejar de ser parte de mi vida y de lo que soy. Para mí la Salsa es más que un género musical es un sentimiento, tanto así que nadie me enseño ni me dijo como bailarla solo recuerdo una vez cuando era aun muy pequeño estar escuchándola y de repente cuando me di cuenta la estaba bailando y ese es el único secreto para bailarla.
Como decía al principio siempre he intentado explicarle a la gente de aquí de Europa lo que es la Salsa pero me ha sido muy difícil tal vez porque no he sabido explicarme de la mejor manera pero también por el preconcepto y lo cerrados que son muchos de los que me he cruzado que nunca se han dado la oportunidad a sí mismos de conocer algo más que un género musical, sobre todo los primeros años en que llegue a Europa donde apenas con mencionar un tipo de música que sea de Latinoamérica sin que nunca la hubieran escuchado sería motivo inmediato de rechazo y tachado como un tipo de música de porquería (entre otros muchos adjetivos que he tenido que escuchar). Esto para un amante de la salsa y de la música latina en general es muy pero muy duro.
Con todo y eso me siento muy orgulloso por después de muuuuchosss años en Europa y sobretodo en la época en que encontrar un CD de salsa era una odisea y no teníamos esa maravilla que es internet donde se puede comprar música de todo el mundo, escuchar música y radios de todo el mundo y las inevitables descargas de música, decía, me siento orgulloso de mantener mi pasión por la salsa intacta y haber superado los difíciles primeros años con los 2 o 3 CD´s que me llegaban de Venezuela de 6 en 6 meses y desempolvando los discos y casetes de salsa de mi padre con los cuales descubrí muchísima buena salsa vieja que nunca se dejará de escuchar.
Felizmente hoy día las cosas han cambiado un poco y se está aceptando un poco más la salsa en Europa (o por lo menos en la Europa que yo conozco) pero falta mucho camino por recorrer y me sigo cruzando con mucha gente cerrada que no quiere ni oír hablar del género cuanto más escucharla.
Navegando por internet he encontrado un artículo de la revista Salseros que explica muy bien lo que es el sentimiento salsero y muchas de las cosas que he querido explicar sobre la Salsa y no he sabido cómo. Siendo así no me queda otra opción que copiarlo y compartirlo. Espero que les guste.


"Salsa con estilo, ¿Qué estilo?


Uno de los conceptos más esgrimidos en el mundo de la salsa de hoy es el concepto de estilo que, de tanto manosearse, ha dejado de ser un concepto estético de cierto kilataje para convertirse en una simple muletilla publicitaria.

El estilo, ¡ay, el estilo!, incluso el mal estilo es un rasgo vital y personal que, para el caso de la salsa, tiene tela, y aquí la voy a cortar.
Vaya, unas notas molestosas que sirvan para antes de la rumba, para después de la rumba, o para derrumbarte.
Para tratar de entendernos, empecemos por el principio, por esbozar lo que significa el sentimiento salsero, pues es del sentimiento que surge, inevitablemente, el estilo. Y no sólo el estilo salsero sino cualquier estilo porque, digámoslo de una vez, el estilo va con la persona y se ejerce incluso durmiendo. No se pueden tener veinte estilos, uno para cada ocasión. Si se tiene carácter, se tiene un estilo único que lo impregna todo. Es inevitable. Hecha esta salvedad, déjame que te siga vacilando, a mi estilo, en el terreno movedizo de la salsa.
La salsa es, ante y sobre todo, una música para bailar, para darle alegría al cuerpo y al alma y esto es lo fundamental, todo lo demás, incluidas estas notas y toda esta revista, es absolutamente prescindible, pero entonces no me vengas con el cuento de que tú tienes sentimiento salsero, tú simplemente eres un fiestero, un juerguista o un bailarín, y estás en tu legítimo derecho de ser eso y nada más, pero no me digas que eres un salsero con caché porque ahí vas a tener que pagar otros veinte pesos, mi hermano.
Ahora decide, bajo tu responsabilidad, si continúas leyendo, porque vengo tumbando caña.
Tal y como está el panorama salsero, lo más probable es que empieces bailando con Marc Anthony, pero si tienes el oído fino y la curiosidad en forma, lo lógico será que termines adorando a Ismael Miranda, si no es así, entonces es que algo no camina en tu estilo, pues Marc Anthony es a la salsa lo que el Chiquito de la Calzada es a Charles Chaplin.
Y que me perdone el Chiquito por compararlo con el baladista latino. Pero si puedes empezar directamente por Ismael Rivera, ¡mucho mejor! Nadie necesita en este mundo empezar por los culebrones venezolanos para entender “Lo que el viento se llevó” o “El último tango en París” ¡faltaría más!
Bien, supongamos que tiras por el buen camino, que no es el del Vaticano, sino el de Ismael Miranda, ahí ya vas en la línea correcta y en tiempo ¡Felicidades!
Ahí ya no soportas la monguería y empiezas a sentir (¡sentimiento, mi pana, sentimiento!) que lo tuyo es la salsa recia, la de verbo frontal y ritmo severo,
la que te embriaga con su lírica caribeña y sensual, la que te tira a la pista de baile con esa jodida y pesada cadencia, la que te arrastra a sus brazos como una femme fata,l sin poder oponer resistencia, la que se te mete por los poros y te embriaga como un ron añejo, la que te induce a comprar discos, o a robarlos, o a piratearlos, la que te incita a viajar a Cuba, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Panamá, Perú, Nueva York (bueno, de Nueva York puedes pasar, que ahí ya no es tán en ná!), la que te obliga a leer algunos libros (por ejemplo: Salsa el orgullo del barrio ¡ejem!), la que no puedes dejar de bailar y gozar, la de Quítate tú pa’ ponerme yo, interpretada por todos los faniosos, o la de Apágame el fuego… ¡Andaaa! Si has llegado a este punto (de la salsa, quiero decir, no del artículo), ya estás perdido para el rock, mulato, ya eres otra víctima propiciatoria de lo nuestro: ¡La Salsa y el sentimiento de la ciudadanía del Caribe urbano!
Y eso es ser salsero, mi socio, un sentimiento que no puedes evitar cuando te metes con el alma y el cuerpo o viceversa, el orden no importa, pues no estamos hablando de sexo sino de amor, es decir, de estilo.
Ahora ya eres salsero y la salsa es la fotosíntesis de tus días y de tus noches, sabes que el barrio y la esquina son la musa insustituible de esta música, que el lenguaje callejero y la malicia verbal son poesía y magia a la medida de tu cuerpo, que esa gramática rítmica habla como a ti te gustaría hablar, que esa lírica participa de la vida y el mundo tal y como tu sentimiento lo percibe, que la mami que te tiene lelo se desmaya de gustito cada vez que echas un pie con ella o cuando le dices “ven acá, cosa prieta, que me gusta tu tumbao”, que te sigue y se pega a tu cintura como una lapa hambrienta para que tú le des sobredosis de saoco y de dulzura, y que a pesar de lo ancho del mundo, sólo existes tú ¡y ella!, ella ¡y tú!, ahí, en el universo salsero, al compás de Ismael Miranda o Héctor Lavoe, que cantan para ti y para ella aquello de “me curo con rumba, bailando me arrebata el corazón” o “la María tiene un nombre de mujer, donde hay mucho que perder en un beso que ella déééééé” o… qué tal un Roberto Angleró cantándote “¡dámelo todito en vida, dámelo todito en vida!”. Ahí son otros veinte pesitos porque te vas a sentir como un jinete desbocao que supera todos los obstáculos de la prueba hípica más exigente. Y saltas del caballo pero sigues con un tumbao que no se pue’aguantar, mirando de lao, de frente y virao porque eres víctima voluntaria del sentimiento caribe, porque has confirmao que la salsa es otra vaina, que no sólo te permite bailar y sudar, sino que te explica y organiza tu vida porque es tu Biblia rítmica, que su temperatura es tu temperamento y viceversa, el orden no importa, pues ahora no estamos hablando de bailar sino de follar, pero de follar como corresponde a un bailador con estilo, porque “…cuando llevas mucho bailando llegas a mirar a la vida y bailas queriéndote follar a la vida. Gira, gira hacia allí, coño… Y te balanceas en el aire con bravura bien llevada como si los pies fueran buscando las huellas que dejaste antes, una y otra vez, tan, tan, retan, tan… y cazas a la vida bailando como si la atraparas en una red. Y el gusto es aún mayor que todo el sufrimiento del mundo.” (El día del Watusi, novela del catalán Francisco Casavella. Mondadori, 2002)
¡Ahora es cuando es, mulato! No te sueltes que resbalas y se te daña el peinao, llévala pal rincón y apriétala, con decisión, con la autoridad de ciudadano legal del sentimiento caribe, un concepto que no encontrarás en Google, sino en cierta convicción íntima que explota con un solo de trombón ronco, ronco y profundo que te galvaniza pa los restos. Esto es lo que entiendo por sentimiento salsero, un estado permanente de embriaguez con la cadencia del tambor y el trombón, sin pasado ni futuro, sino en un eterno y ampliado presente, vital, rabioso, tierno y orgulloso, un estado armonioso que marca el ritmo de tus asuntos para usufructuarlo con tu gente, lo más grande de este mundo, y te diferencia de los simples bailarines, y también de los otros salseros con sentimiento, porque cuando llegas a este escalafón de lo nuestro, lo que se impone no es el estilo sino tu estilo, algo que no te va a enseñar ningún profesor de baile, ni ninguna escuelita de salsa, ni nada, ni nadie.
No te preocupes, si en tu vínculo con la salsa está implicada tu alma, te saldrá tu estilo y no se te notará en los pies, ni en las caderas, ni en los hombros, ni en las manos.
El que te diga ésto te está engañando porque el estilo, el único estilo posible y respetable, es el personal e intransferible, aquel que sólo tienes tú y que se te nota en ¡la mirada!."

Fuente: Revista Salseros


PD - No dejen de entrar en los enlaces y así poder escuchar buena salsa.

sadad

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